León Ferrari (1920 – 2013) una figura única del ámbito artístico Aquí Ciudad te cuenta sobre su carrera.
León Ferrari fue uno de los artistas más influyentes y controversiales de Argentina, conocido por su obra crítica y comprometida políticamente. A lo largo de su carrera, Ferrari utilizó diversos medios como la escultura, la instalación, el dibujo y la escritura para abordar temas de gran relevancia social, política y religiosa. Su obra ha sido objeto de tanto admiración como controversia, lo que refleja su capacidad para desafiar las convenciones y provocar reflexiones profundas.
Primeros años y formación
Nació el 3 de septiembre de 1920 en Buenos Aires, Argentina, en una familia de inmigrantes italianos. Desde joven, mostró un gran interés por el arte, aunque inicialmente se dedicó a la ingeniería. Estudió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires y comenzó a trabajar en la industria, lo que le permitió desarrollar una sólida comprensión de los materiales y las técnicas, conocimientos que posteriormente aplicaría en su obra artística.
En los años 50, Ferrari comenzó a explorar el arte de manera autodidacta, experimentando con diversas técnicas y materiales. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1955 en la Galería Van Riel de Buenos Aires, donde presentó una serie de esculturas abstractas. Esta etapa inicial de su carrera estuvo marcada por la influencia del arte concreto y la abstracción geométrica, corrientes dominantes en la escena artística argentina de la época.
Compromiso político y crítica social
A medida que avanzaba su carrera, Ferrari comenzó a incorporar en su obra una fuerte dimensión crítica y política. La situación política en Argentina y en el mundo durante las décadas de 1960 y 1970, marcada por dictaduras militares, guerras y conflictos sociales, tuvo un profundo impacto en su trabajo. Su arte se convirtió en una herramienta de denuncia y resistencia, abordando temas como la violencia, la represión, la censura y la hipocresía de las instituciones.
Uno de los ejemplos más notorios de su compromiso político es su serie «La Civilización Occidental y Cristiana» (1965), una de las obras más emblemáticas y controvertidas de Ferrari. Esta instalación presenta una figura de Cristo crucificado sobre un avión de combate estadounidense, una potente crítica a la complicidad entre la religión y la violencia militar. La obra fue inicialmente rechazada y censurada por su fuerte contenido provocador, pero con el tiempo se convirtió en un símbolo del arte de resistencia y la crítica institucional.
Exilio y producción artística en el extranjero
En 1976, tras el golpe militar en Argentina, Ferrari decidió exiliarse en Brasil, donde continuó su producción artística. Durante su exilio, su obra se volvió aún más política y crítica. Participó activamente en movimientos de derechos humanos y utilizó su arte para denunciar las atrocidades cometidas por las dictaduras en América Latina.
En Brasil, Ferrari desarrolló una serie de obras que exploraban la relación entre texto e imagen, combinando escritura manuscrita con dibujos abstractos. Este enfoque le permitió crear un lenguaje visual único, que desafiaba las convenciones tradicionales del arte y la literatura. Una de las series más destacadas de esta época es «Heliografías» (1983), en la que utiliza técnicas de impresión y fotocopia para crear complejas composiciones visuales y textuales.
Regreso a Argentina y reconocimiento tardío
Tras el regreso de la democracia en Argentina en 1983, Ferrari pudo regresar a su país natal. Su obra comenzó a recibir mayor reconocimiento y fue objeto de numerosas exposiciones tanto en Argentina como en el extranjero. Sin embargo, su trabajo continuó generando controversia, especialmente en relación con su crítica a la religión.
En 2004, una retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires desató una fuerte reacción por parte de grupos religiosos, quienes consideraron algunas de sus obras como blasfemas. La muestra fue temporalmente cerrada debido a las protestas, pero fue reabierta tras una intensa defensa por parte de la comunidad artística y de derechos humanos. Este evento subrayó el poder provocador de la obra de Ferrari y su capacidad para generar debate sobre temas sensibles.